Cuando
una pelota en las manos te hacia feliz…
La
vida era dura, pero más fácil, hacía calor, en tu pueblo y en tu corazón…
Y como
olvidar las películas que proyectaba la coca cola en las viejísimas paredes de
tu calle… y el abuelo sonriendo y la abuela frunciendo el ceño…
Y tú,
soñando con una caja mágica que preparara comida, mientras lavabas los trastes
que tanto odiabas…
¡Que
aire más puro y que cielos más azules recuerdas! ¡Agua cristalina y amigos
inolvidables! Amo escucharte hablar, desde que era niño, ¡desde siempre!
Un
día el mismísimo Dámaso Pérez Prado, paso por tu calle, con dos hermosas
bailarinas ¡rubias! Y tu volvías a soñar, con aparatos que nos llevaran ¡más rápido
y más lejos!
Tu
alma se fue llenando de tristeza y comenzó a endurecer tu carácter, de pronto
todo cambio, otra vida, otra ciudad, otra casa y otra escuela, pero más y
mejores sueños… de pronto dejaste de ser una niña y ya eras todo, ¡mama,
hermana, maestra y mujer!
Que pronto te hiciste mujer y ¡que grande! Y que
trabajo y ¡que gran trabajo! Sin darte cuenta, cuántas vidas dependían de ti y
tu soñando y yo viéndote sonreír y sufrir en las escaleras de ese viejo edificio
porque me sentía mal…
Me gustaba más verte sonreír, porque lo hacías muy poco…
hasta ahora que tengo a mi hija entendí, porque siempre estabas ¡tan preocupada!
Que
grandes cosas hiciste por mí y por la loca de mi hermana, cuando estoy triste
cierro mis ojos y voy hasta la cocina donde nos preparabas panque de naranja…
Uno
de los días más felices de mi niñez, fue en el estacionamiento de Aurrera, sentado en un Chevelle sin cristales te vi feliz y sonreír, ¡ahora
sé que conocimos a papa! Mi viejo, pero de él no voy a hablar…
Nos
fuimos a vivir a una casa en la Paz ¡y que paz!, excepto los domingos, que el dueño, ¡no nos dejaba descansar! Y abría mis ojos y comenzaba a soñar, y mi imaginación comenzó
a volar… ¡tenia tu mismísima capacidad para soñar! ¡Y soñé! ¡Y soñé mucho! Y reí y
llore también, pero era muy feliz…
Han pasado muchos años ya, ¡muchos!, seguramente ya se despintaron las cruces de aerosol
que pinto papá en las ventanas de la vieja casa… ahora la hermana más pequeña
vive en nuestro viejo, nuevo hogar, lugar en el que fui niño, joven y casi papa…
y tú en tu casa pensando “Que hare para cenar?” ¿que tal unas tortas duras con
mantequilla y azúcar?
¡O unas
tortillas tostadas en el comal, con crema y sal!
¡Casi
siempre te extraño Ma! Y cuando mi hija llega corriendo y te abraza, soy feliz,
aunque te confieso que me gustaría ser yo quien corriera a tus brazos a
descansar…
Han
pasado muchos años ya, de esa pelota y los odiosos trastes por lavar, pero muy
dentro de tu alma, eres una niña ¡soñando y lista para volar! Y aunque ahora te
llamen Tita yo aún te conozco por ¡Mamá!
La
vida es dura y no es fácil, pero con que paciencia me enseñaste que es
maravilloso estar aquí…
O al
menos, ¡así lo creo yo!
Fush